Se acerca una de las épocas más hermosas y profundas del calendario cristiano: el Adviento. Más que la cuenta de los días que faltan para la Navidad, es un tiempo sagrado de preparación, reflexión y alegre anticipación por la venida de nuestro Salvador, Jesucristo.
En el corazón de esta tradición se encuentra un símbolo poderoso y visualmente hermoso: La corona de Adviento y sus velas.
La palabra Adviento proviene del latín adventus que significa "venida". Es el período de cuatro semanas que precede a la Navidad, y nos invita a enfocarnos en dos grandes "venidas" de Jesús: la primera venida, hace 2000 años y la segunda o futura venida, manteniéndonos vigilantes y preparados para su regreso glorioso.
La Corona de Adviento, generalmente hecha de ramas perennes, representa la vida eterna y la perfección de Dios, que no tiene principio ni fin. Sobre ella, se colocan las cinco velas que encenderemos progresivamente. Cada vela representa una semana y un concepto espiritual clave en nuestra preparación:
Primera Semana, vela morada, Esperanza: la esperanza en las promesas de Dios.
Segunda Semana, vela morada, Paz: la paz que Cristo nos ofrece.
Tercera Semana, vela rosa o rojo, Alegría: la alegría por la inminente llegada del Salvador.
Cuarta Semana, vela morada, Amor: el amor de Dios manifestado en Jesús.
Día de Navidad, vela blanca del centro, Cristo, la luz del mundo: la celebración del nacimiento.
Encender las velas de la Corona de Adviento cada domingo no es solo un acto decorativo, es una tradición espiritual y una oportunidad para orar en familia. Reuníos, leed alguna escritura relevante o relacionada con la virtud de esa semana, la esperanza y orad juntos. Observar como la luz de intensifica cada semana es un testimonio visual de cómo la venida de Cristo iluminó y transformó el mundo y nos recuerda que debemos velar y preparar nuestros corazones para él.
Que este Adviento no sea solo una temporada de compras y fiestas, sino un tiempo intencional para redescubrir la Esperana, la Paz, la Alegría y el Amor que encontramos en Jesús.
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